jueves, 26 de agosto de 2010

Una semana (y pico) fuera de casa



 


Hace ya más de una semana que me subí al tren lleno de maletas y a base de Dormidinas me encaminé directo a Barcelona, al KCBFlat (el nuevo piso de Pepi y Sergi en pleno corazón de la Ciudad Condal). Semana ideal dado que andaríamos sumergidos en plenas fiestas de Gracia: cerveza, música, arte de calle, chicas guapas...Cataluña profunda.
 

Pero todo tenía que llegar y, pese a problemas con el vuelo que me hicieron prolongar dos noches más de sofá en el KCBFlat, al final fue posible cruzar el charco a ver si es verdad que que había algo al otro lado y, efectivamente, lo hay.
Mi primera parada fue un pasito fugaz por Colombia; donde Mario, Carmen y Juango me hicieron un minitour fantástico y lleno de simpatía por algún rinconcito de la inmensa ciudad. Acompañaron la ruta de un montón de anecdotas que me hicieron poner Bogotá en la agenda de destino obligado, máxime cuando prometí a su mamá que volvería para hablarle más de España y los españoles.


El vuelo hacia Panamé supo como un aperitivo después del día anterior. Cuando el avión se estaba aproximando al Aeropuerto de Tocumen entre nubes se podía apreciar unas vistas realmente espectaculares del Pacífico, ahí estaba implacable e inmenso salpicado de pequeñas islitas y quebradas costas en las que bien podrían imaginarse mil y un atardeceres inolvidables. La silueta de Panamá City se dibujaba poco después bajo nuestras posaderas repleta de rascacielos (de ahí que se conozca como la pequeña Miami). Al fondo, una cola de gigantescos barcos se apiñaba en lo que se suponía la entrada/salida de la puerta de paso entre ambos océanos, entre ambos mundos. El agua entonces se tintaba marrón por la cercanía a la ciudad.

El recibimiento fue un señor un poco borde, al contrario de lo que esperaba encontrar, que me pidió el pasaporte y los papeles para la entrada al país, asegurándole que no tenía armas, ni 10,000 dólares ni cosas por el estilo. Poco después estaba ya bajo el asilo de Eleonora "Leo" y Edwin "Edwinsito", que me ayudaron todo cuanto estuvo en sus manos. En "mi casa" las cosas fueron fáciles desde el primer momento. Bueno, todo salvo empezar a aprenderme los nombre de todos. Como anécdota, el primer día había un perrito muy salao con el que me tiré jugando un buen rato, yo le llamaba "Einer". Einer era "mi hermano".



El lunes todo empezaba a ordenarse. Lo primero que hice fue andar a la universidad para decir que ya había llegado etc, etc. Tan entusiasmados estaban por mi llegada que desde el primer día ya me pusieron a trabajar...¡¡y yo que pensé que en el Caribe no se tomaban la vida tan enserio!! Mi proyecto aún no tiene nombre ni prememoria ni nada, pero, en esencia, es algo así como "una investigación para diseñar y optimizar un sistema de reciclado de agua de lluvia para uso doméstico, que, en un futuro, será aplicable a regiones sin agua potable". El proyecto es interesante, mucha mecánica de fluidos...para eso es la última que me saqué!! El equipo de trabajo es gente joven, estudiantes en su mayoría que forman un grupito bastante majo y divertido.

Y como en el Caribe son muy trabajadores mi jornada comienza a las 6 de la mañana para llegar prontito al centro de investigación de Tocumen montado en un "Diablo rojo" (que ya hablaré de ellos en próximas entradas), a llegado mi hora de ir a la cama. En Panamá son las 22,55 y llueve a cantaros.

Como regalito dejo un video de mi grupo más escuchado esta última semana...

http://www.youtube.com/watch?v=LPC9gnHHFT0